En un pequeño pueblo de México, se viven las intrigas y los secretos. Matea (Isela Vega) es una huérfana que asiste al cura, el Padre Feliciano (Mario Almada) en su parroquia. El médico del pueblo intenta seducirla pero fracasa y procede a difamarla haciendo creer que Matea mantiene relaciones con el cura. El pueblo le cree y exige al cura que la despida; él se niega y se encierra con Matea. Durante el encierro viven un apasionado amor, aunque la fatalidad llega y el cura muere ante la indiferencia del médico y del pueblo. Matea se convierte en una especie de sacerdotisa a la que conocen como la “viuda negra”.1